lunes, 21 de enero de 2013

Django desencadenado, Quentin Tarantino, 2013

El viernes, pese a que el plan era ver Los miserables, acabamos viendo la nueva película de Quentin Tarantino, Django desencadenado. A mí Quentin Tarantino me gusta, no es que sea mi súper mega director favorito, pero me gusta mucho y Django me gustó también. Pero, vayamos por partes, ¿de qué trata la película?

Django (Jamie Foxx) es un esclavo que, en pleno camino al hogar de sus nuevos dueños, se ve salvado por el doctor Schultz (Christoph Waltz). Éste es un cazarrecompensas que busca a tres hermanos a los que no ha visto nunca, pero para los que Django trabajó. Por eso, le ofrece un trato: Django le ayudará a identificarlos y, a cambio, se llevará una parte de la recompensa y luego podrá irse a donde desee.

Django acepta y, a medida que se conocen, le cuenta a Schultz que sólo quiere encontrar a su esposa, Broomhilda, así que el alemán decide ayudarle en su empresa. Al final, descubren que Broomhilda está trabajando en Candyland, a las órdenes del señor Candie (Leonardo DiCaprio) y juntos trazan un plan para que Hildi pueda recuperar su libertad y escapar con Django.

Basándose en esa premisa, Tarantino nos trae una película de vaqueros muy a su manera, vamos, con su sello personal que suele implicar burradas y sangre a mansalva. La cuestión es que yo, particularmente, odio las pelis del Oeste. Sí, me he tragado un montón porque a mi abuelo le fascinan y en la vasca, desde que tengo memoria, las echan continuamente. Sin embargo, Django desencadenado me ha gustado de principio a fin y lo considero casi un milagro. En serio, he visto MUCHAS y también he leído alguna novela de Marcial Lafuente Estefanía y nunca le había visto la gracia al tema.


Y es que, pese a todo, más parece un cuento de hadas con la clásica estructura del viaje del héroe que una película del oeste tradicional. La princesa está secuestrada por un villano y el héroe debe pasar por varios estadios hasta alcanzar su objetivo: el mundo ordinario, la llamada de la aventura, el encuentro con el mentor, etc. De hecho, es que, salvo un par de ellos, Django prácticamente cumple con los doce estadios que Joseph Campbell dictaminó (a veces sigue saliendo la pseudo filóloga que llevo dentro, perdonadme), así que, claro, al final la película acaba durando dos horas cuarenta y cinco minutos.

Personalmente, aunque sí que es larga, me ha resultado muy entretenida y nada pesada, pese a que tiene sus defectos. Pero, vamos, como soy una persona muy simple, con que me haga disfrutar y me entretenga, ya me basta. Y Django ha cumplido ambas cosas con el añadido de que tiene partes muy memorables y unos golpes muy buenos. Por poner un par de ejemplos, la primera vez que Django viste ropa elegida por él o la escena del ku klux klan son simplemente maravillosas y desternillantes.

Otra de las partes memorables son los secundarios. Enormes secundarios. Empezando por el doctor Schultz, interpretado por el genial y magnífico Christoph Waltz (he de admitir que siento debilidad por este hombre, su forma de hablar y es uno de mis actores favoritos), que se convirtió desde la primera escena en mi personaje favorito con su verborrea y su elegancia a la hora de enfrentarse a los acontecimientos. Terminando con otros que, aunque peso en la trama, no aparecen tanto como Candie o su leal esclavo Stephen, cuyas personalidades están muy definidas, cumplen muy bien con su papel y, además, tanto Leonardo DiCaprio como Samuel L. Jackson lo bordan y se nota que disfrutan con su personaje.


De hecho, el que queda perjudicado entre tanto gran personaje es Django. No es que Jamie Foxx no esté a la altura, porque lo está, me parece que cumple perfectamente con su papel. Sencillamente es que el personaje de Django, pese a ser el protagonista, es el más soso y queda deslucido en comparación con Schultz, que ejerce de mentor y que, además de un personaje mucho más interesante, está interpretado por un actor que resulta muy magnético para el espectador.

Por cierto, hay muchos más secundarios, todos ellos bien perfilados, pero los que de verdad importan para la trama son los que he citado anteriormente. Y ahí está una de las pegas que le veo a la película. Como ya he dicho, en ningún momento me aburrí y disfruté las casi tres horas de metraje, pero también es cierto que la parte del entrenamiento podría haber sido mucho más breve y planear la recuperación de Hildi mucho antes.

Una cosa, por si alguien ha visto la película, ¿soy la única que pensaba que la chica pistolera con pañuelo que aparece en Candyland iba a ser alguien importante y al final me quedé con cara de tonta al ver que no?

Para acabar, señalar que encontré muy guay tanto la fotografía como los títulos de crédito y los carteles, simulando la cutrez de la clase de películas que pretende homenajear. También me gustó mucho la acertada banda sonora, que incluso permite escuchar muy brevemente a Jamie Foxx cantando (aunque para eso es mejor ver Dreamgirls ;P).

8'5/10.

PD: Como anécdota, para aquellos que ya la habéis visto, comentar que, al parecer, tanto mi amiga Leyre como yo parecimos un par de fangirls al exclamar con el mismo tono "¡es Tarantino!" cuando éste hace una breve aparición. Lo que nos pudimos reír, xD.

2 comentarios:

  1. No, no eres la única que pensó que la del pañuelo iba a ser importante. La chica en cuestión es Zoe Bell, sale en el segundo grupo de chicas en Death Proof y es la doble de Uma Thurman en Kill Bill. Supongo que Tarantino querría darle un pequeño homenaje.

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  2. Ahhh, pues seguramente. O a lo mejor la tiene en mente para protagonizar una película y que estén conectadas o algo así.

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