lunes, 30 de noviembre de 2015

Las tejedoras de destinos

El libro sobre el que os voy a hablar hoy hacía tiempo que me había chocado tanto por su portada (no me digáis que no mola mucho) como por su título, pero no había podido leerlo hasta ahora. Me refiero a Las tejedoras de destinos de Gennifer Albin, la primera parte de una trilogía (cada día tengo más claro que si no me engancho a sagas periódicamente, no soy feliz) cuyas siguientes partes son: Entre dos mundos y La elección final.

Las tejedoras de destinos nos cuenta la historia de Adelice Lewis, una joven de dieciséis años que debe enfrentarse a las pruebas más esperadas por la sociedad: descubrir si es una hilandera o no. Es decir, saber si puede tejer el entramado de la realidad, que es como funciona su mundo estrictamente controlado. Gracias a las tejedoras, los responsables de Arras, su mundo, pueden repartir la comida equitativamente, controlar a todo el mundo o extraerlo llegado el caso. Las tejedoras, por tanto, viven lujosamente encerradas en una torre, donde no envejecen y siempre son hermosas, por lo que todas las chicas están deseando que se las marque como tal.

Sin embargo, Adelice tiene claro que lo es y que debe fallar las pruebas. Durante los últimos años, sus padres la han estado entrenando para que falle las pruebas, aunque llegado el día, no puede evitar tejer. Adelice sabe que se la van a llevar lo quiera o no, lo que no podía imaginar era que sus padres tuvieran un túnel secreto en su casa para intentar que escape... aunque nadie puede escapar de la Corporación. Por eso, la familia de Adelice es asesinada y ella llevada al Coventri, donde la obligaran a ser una tejedora, pero no por eso Adelice está dispuesta a aceptar el destino que le imponen los demás.

Nos encontramos ante una nueva historia distópica, aunque Las tejedoras de destinos tiene personalidad propia y, personalmente, no me recordó a Los juegos del hambre o Divergente, que son las trilogías más representativas. Es cierto que todas poseen rasgos en común, como el gobierno estricto y tiránico, pero es algo propio del género.

Comento esto más que nada porque antes de leer la novela, leí algunas reseñas que lo acusaban de ser parecido y ahora, al recordarlo, alucino un poco.

También es cierto que Adelice está en peligro constante, que durante todo el libro existe esa tensión de que le puede suceder cualquier cosa, como si estuviera caminando sobre un hilo y fuera a caerse en cualquier momento. Sin embargo, la situación de Adelice es muy, muy distinta a la de Katniss y Tris. Y es que Adelice es marcada como rebelde desde el principio, además de llevada al corazón de una organización poderosa que la quiere utilizar, aunque no por ello se cortan en su crueldad. Por eso, Adelice debe desenvolverse en un ambiente político, jugar bien sus cartas, mientras intenta lo imposible: escapar de una organización que, al poder tejer la realidad, lo controla absolutamente todo.

De hecho, en Las tejedoras de destinos la acción está reservada para momentos puntuales, sobre todo ese magnífico final por todo lo alto. Tranquilos, que no voy a contar nada de él, ya que creo que lo más interesante de la novela es cómo Gennifer Albin va planteando y resolviendo preguntas sobre Arras, el mundo donde vive nuestra protagonista.

Y es que es un libro un tanto introductorio, aunque no por eso es aburrido o soso. Todo lo contrario. La verdad es que me gusta mucho cómo lo ha planteado todo la autora: no te explica exactamente cómo es Arras desde el principio, sino que te va ofreciendo información para que te formules ciertas preguntas que Adelice también se hace. Lo bueno es que las respuestas no tardan en llegar y dejarte con la boca abierta, mientras Adelice intenta tanto sobrevivir como no convertirse en la esclava sumisa que desean.

En ese sentido, Adelice no es lo que se dice pragmática. Por mucho que los demás personajes le aconsejen que pase desapercibida, que finja para que la dejen en paz, ella es incapaz de hacerlo. Aunque, personalmente, he entendido esa continua rebelión en la que vive y que se niegue a que la tomen por una idiota que se achanta. Porque Adelice, ante todo, es una chica con mucho carácter que no deja de replantearse cosas sobre su mundo que la inquietan y también es una chica en una posición imposible.

Me gustó mucho que, a pesar de que es impulsiva, vehemente y un poco irreverente, también es inteligente y, sobre todo, no se detiene ante nada. Desde el principio tiene un objetivo (escapar del Coventri y del control que intentan ejercer en ella) y nada la detiene. A veces actúa con más astucia que otras, porque a veces le pierde su propio carácter, pero es una luchadora y tiene las ideas muy claras. Vamos, que me gustó mucho, al menos en esta primera parte, porque Las tejedoras de destinos también tiene un triángulo amoroso y generalmente ser la chica a la que pretenden dos chicos suele hacer que ella salga damnificada.

Ojo, que haya triángulo amoroso no quiere decir que el libro sea de carácter romántico. Sí, hay amor, pero es una parte muy pequeña del libro, que va más sobre la supervivencia de Adelice y los misterios que entraña Arras con su sociedad machista y opresora y sus telares, que sobre los sentimientos románticos de Adelice.

En lo que respecta a los candidatos, son Jost y Erik, ambos secundarios de peso y muy distintos. Jost es el jardinero del Coventri y, la verdad, pasó un poco de él. Quiero decir, la autora se esfuerza por hacerlo molón, pero no lo consigue, dándonos el típico sosaínas que es el chico bueno y atormentado. Ojalá me equivoque, pero he leído suficientes novelas como para saber cuándo me topo con un galán descafeinado, por mucho que a veces tenga la lengua afilada.

Erik, por otro lado, me gustó mucho más. Erik es el ayudante de una de las mandamases del Coventri, alguien que tiene poder y del que no sabes qué esperar. ¿Es bueno? ¿Es malo? ¿Está de parte de Adelice, de la Corporación o sólo de sí mismo? Es decir, que en una sola novela, no sabes exactamente de qué va, aunque sus escenas con Adelice molan un montón y creo que, una vez le desarrollen más en la segunda parte, puede ser un bombazo de personaje.

En lo que respecta al resto de personajes, tenemos de todo: malos malísimos, zorras, víctimas... Todos cumplen con un cometido u otro y, aunque no salgan mucho, están perfectamente dibujados. A veces pecan de típicos, pero como tienen un rol que cumplir y lo hacen tampoco es que importe mucho.

Y ya lo único que me queda por comentar (porque esto se está alargando demasiado, señal de que me moló mucho) es que Gennifer Albin tiene una buena narrativa y, sobre todo, logra que su historia sea adictiva. Ya he comentado que Las tejedoras de destinos peca un poco de introductoria, pero no por eso resulta aburrida. Sí, tras el principio tan potente, hay unos cuantos capítulos más pausados, pero acaba metiendo el turbo y tenemos de todo: acción, respuestas impactantes y un final que te deja con la boca abierta y ganas de leer el siguiente libro.

Es decir, que recomiendo muchísimo Las tejedoras de destinos, porque lo disfruté muchísimo y me pareció tan original como interesante. Ay, qué ganas de hacerme con los dos que me faltan.

El próximo lunes literario estará dedicado a... Habitaciones cerradas de Care Santos.

2 comentarios:

  1. Hum, me ha despertado la curiosidad, estaba buscando un nuevo libro para leer. Estas últimas semanas me las he dedicado a leerme los libros de la saga Canción de Hielo y Fuego y la verdad que necesito aparcar las historias de los Siete Reinos un poquito, empiezo a estar saturado de tanto Juego de Tronos jajajaja. Tu crítica me ha dado confianza así que ya tengo algo que leer estas navidades jejeje además las historias de mujeres fuertes, rebeldes y con carácter siempre me han gustado :-) -

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    1. Pues esta mola mucho y no se pasa todo el rato con cosas románticas como otros del género. Otra cosa es que en los siguientes sí lo haga, xD.

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